Thursday, January 20, 2011

Más preguntas que reflexión...

“Piensa que la concepción de la vida en una sociedad donde ese espíritu domine, se ajustará progresivamente a la exclusiva persecución del bienestar material como beneficio propagable al mayor número de personas. Según él, siendo la democracia la entronización de Calibán, Ariel no puede menos que ser el vencido de ese triunfo.”


Son muchos los temas que se abordan en el texto de Rodó, complejos en sí mismos, y problemáticos dentro de un mismo contexto. Es una obra, como bien anuncia el autor, dirigida a la juventud de América. En esta, la crítica que se plantea en torno a la nordomania, no deja de ser interesante por los elementos que emplea el autor, sobre todo mediante el binarismo creado a través de la imagen de Ariel-- genio del aire-- y de su antagónico Calibán—símbolo de sensualidad y torpeza--, ambos nombres de personajes de la obra 'The Tempest,' de William Shakespeare. De momento, lo que surgen son preguntas más que reflexiones, ¿a qué se refiere el autor con el término espíritu? O mejor aún, a ¿espíritu democrático? ¿Por qué Ariel representa a la América de Rodó? Espíritu-materialismo, belleza-fealdad, el buen gusto-el mal gusto son algunos de los binarismos presentados por el autor, lo curioso es que ese espíritu, esa belleza y ese buen gusto tenga que adquirirse por medio de una revisión a la cultura greco-romana, pues, al parecer, es de ahí donde está el ejemplo a seguir. Pero ¿por qué mirar hacia afuera otra vez? Esta cuestión es de llamar la atención, pues Martí utilizaba el idioma como herramienta para crear un común denominador entre las naciones de las Américas para unirse y así defenderse del “gigante”; sin embargo, Rodó opta por mirar hacia afuera para poder definir lo que quiere de la América de la que él se refiere en su ensayo.

Thursday, January 13, 2011

Nuestra América, ¿En pro de una decolonización? Breve reflexión

El cubano José Martí en el ensayo “Nuestra América” (1891) propone un movimiento social decolonizador a través de la concientización respecto al colonialismo en Hispanoamérica, que además permita al lector reconocer ser poseedor de una mente colonizada. Rechaza y condena el discurso de pensadores como Sarmiento, que proponían una división entre lo que ellos consideraban civilización y barbarie, que además proponían reciclar ideas provenientes del extranjero, sobre todo de Estados Unidos. Martí insiste en “conocer [para] resolver (40). El autor sugiere que los hombres letrados han fracasado en gobernar debido a la falta de una cultura puramente representativa, a causa de la elección por adoptar ideologías provenientes, sobre todo, de Europa. Además, las descripciones empleadas para referirse al hispanoamericano, mediante una crítica, lo muestran como un individuo-pastiche, mismo que le resta de originalidad y, por lo tanto, lo que impide la unanimidad dentro de las naciones. Ser americano. Ser y pensar como el individuo que pertenece a estas tierras. Ese es el efecto que parece buscar causar en el lector. Sin embargo, pareciera que la América que Martí añora está constituida meramente por mestizos, invitando a la mezcla de razas deshaciéndose de los grupos indígenas. La propuesta del autor, aunque busca mejorar la situación del americano mediante la búsqueda de su propia esencia, crea una paradoja respecto a la posibilidad de existencia y subsistencia de grupos culturales. Por lo tanto, a pesar de promover la unión de “Nuestra América,” con el fin de adoptar ideologías acordes con nuestra geografía, y para crear una fuerza mayor para combatir al nuevo imperio, pareciera no tomar en consideración las verdaderas raíces culturales que conforman al americano.