“Piensa que la concepción de la vida en una sociedad donde ese espíritu domine, se ajustará progresivamente a la exclusiva persecución del bienestar material como beneficio propagable al mayor número de personas. Según él, siendo la democracia la entronización de Calibán, Ariel no puede menos que ser el vencido de ese triunfo.”
Son muchos los temas que se abordan en el texto de Rodó, complejos en sí mismos, y problemáticos dentro de un mismo contexto. Es una obra, como bien anuncia el autor, dirigida a la juventud de América. En esta, la crítica que se plantea en torno a la nordomania, no deja de ser interesante por los elementos que emplea el autor, sobre todo mediante el binarismo creado a través de la imagen de Ariel-- genio del aire-- y de su antagónico Calibán—símbolo de sensualidad y torpeza--, ambos nombres de personajes de la obra 'The Tempest,' de William Shakespeare. De momento, lo que surgen son preguntas más que reflexiones, ¿a qué se refiere el autor con el término espíritu? O mejor aún, a ¿espíritu democrático? ¿Por qué Ariel representa a la América de Rodó? Espíritu-materialismo, belleza-fealdad, el buen gusto-el mal gusto son algunos de los binarismos presentados por el autor, lo curioso es que ese espíritu, esa belleza y ese buen gusto tenga que adquirirse por medio de una revisión a la cultura greco-romana, pues, al parecer, es de ahí donde está el ejemplo a seguir. Pero ¿por qué mirar hacia afuera otra vez? Esta cuestión es de llamar la atención, pues Martí utilizaba el idioma como herramienta para crear un común denominador entre las naciones de las Américas para unirse y así defenderse del “gigante”; sin embargo, Rodó opta por mirar hacia afuera para poder definir lo que quiere de la América de la que él se refiere en su ensayo.